Historia de Jueces

Fuente original: DE TOCHO (Blog)

30 Diciembre 2008

Autor: Juan Carlos Cortes

Extracto del artículo original.

Tres Patines - Tape Cassette Art
El tremendo juez escucha la declaración de Tres Patines (Episodio: Atomicidio)

Hay jueces inolvidables...

Años después de muerto, Aníbal de Mar ha sido una voz autorizadísima para hacer reir.

EL Tremendo Juez sin nombre, patrón de otro sin nombre como era el Secretario, ha sido un personaje entrañable. Cómplice involuntario de uno de los peores delincuentes de América Latina y a la vez uno de los mejores cómicos del continente, Leopoldo Fernández "Tres Patines".

El Juez sin nombre, que condenaba cada noche en Cuba al hijo de Mamita a finales de los años cincuenta se caracterizaba por esa voz engolada y elegante con un inconfundible toque costero que igual repartía multas de un peso, aplicaba condenas de 20 días o reclamaba por que no le echaran relámpagos en su Tremenda Corte.

Dueño absoluto del tribunal, Aníbal de Mar, el Señor Juez, comenzaba aquel viejo programa, hoy vigente aun en varias radiodifusoras de América, con un listado de sus achaques. Lo mismo se quejaba de dolores en el hígado, que de reumas o los pulmones. Y aunque siempre tenía una recomendación sardónica de su Secretario, nunca hizo nada por su verdadera enfermadad, la hipocondria.

El Señor Juez era un ejemplo a seguir, quería como un padre a Tres Patines, lo dejaba ligar diálogos enormes e hilarantes en el tribunal y no tenía misericordia para los acusadores, más de una vez le iba peor a Rudecindo Caldeiro y Escobiña que a Luz María Nananina (y cómo no, si Rudecindo reclamaba una justicia "de verdad", no la basura de justicia que decía tener del Juez).

Con voz pausada, el Juez le ponía un toque de solemnidad a la desquiciante historia de Cástor Vispo, genio indiscutible del humor. La espontaneidad de todos los asistentes a la Corte se evidenciaban y trataban de ser frenadas por el no tan serio juez que, mientras más seriedad quería poner a la situación, más risible resultaba. [...]

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